No puedo dormir. Son las 2:50 am y sigo tan despierto como cuando inicié el día (ayer) tomando un café con leche. Es realmente horrible: la noche descansando a tu lado tranquila; uno con una sensación de ansiedad y sueño congelado. Los párpados no me pesan; me arden. No los puedo cerrar pero me lo piden a gritos. Mi cabeza está a punto de estallar (sin que me duela).
Preocupaciones varias: trabajo, mujeres, más trabajo, ilusiones, una mujer. Una pared blanca, blanquísima sin cuadros me ciega el sueño mucho más todavía. Sin cuadros y blanca. Reluciente todo. Mis ojos más abiertos que nunca sin música ni televisión. Es la tortura del insomnio: no puedes dormir ni descansar, sólo distraer la atención (ver televisión no es una de esas, por eso estoy sobre el teclado) hasta claudicar ante Morfeo y su grata impertinencia.
Sigo despierto. Son las 3:21 am. Los párpados se me van cerrando, pero ahora lucho por mantenerme en pie y con la consciencia en ristre hasta el final (cuando me duerma desangrado de sueño sin darme cuenta). Probablemente sea porque quiero terminar esta nota. Y porque esta noche no quiero tomar un Lexotan.
miércoles, enero 10, 2007
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2 comentarios:
El problema ha de ser la blanca pared compañero de insomnios...o será simplemente el insomnio...¿por qué a las 2 de la madrugada llegan tan claros los temas que a las 2 de la tarde no nos acompañan?
saludos, excelente blog, al menos sirve de algo esa falta de sueño
Creo que debe ser el reflejo que me da esa pared sin cuadros, blanca. O quizás la soledad obligada del insomnio que me busca una salida.
Gracias por leerme Ramón.
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